Esta semana (aunque llevan 6 meses con el tema) nos hemos sorprendido con la reforma educativa que se plantea en la vecina Italia, en la cual, a modo de resumen, se plantean varias actuaciones bastante controvertidas y totalmente antisociales, que son las que han hecho que hasta nuestro país lleguen los ecos de la misma.
En primer lugar se plantea la inclusión de un examen previo a la escolarización del alumnado inmigrante, de manera que aquel que no lo supere pasaría a un sistema paralelo donde recibiría la preparación necesaria para alcanzar las habilidades básicas necesarias para seguir las clases, de manera que no interfiera en el proceso educativo del alumnado italiano; ciertamente sorprendente. Además de estas dos medidas, que son quizás las más llamativas, hay otras muchas, ya acometidas o por acometer, y que traen de cabeza a la totalidad de la comunidad educativa italiana.
Por otro lado, se plantea un recorte en las plantillas de docentes, pasándose en primaria a un solo maestro o maestra, frente a los tres anteriores, con los consiguientes despidos. Tan sorprendente como lo anterior.
Ni que decir tiene que un gran número de sectores, tanto afectados directamente como aquellos que defienden una educación pública de calidad, han puesto el grito en el cielo y piden al gobierno de su país que de marcha atrás y se replantee ese modelo de sistema educativo.
En relación con el primero de los aspectos que comento, creo que todas estas medidas suponen un ataque frontal a la atención a la diversidad, la inclusión del alumnado, la calidad de la educación, etc., es decir, a todo aquello que debe guiar y enmarcar un sistema educativo. Estas leyes sólo pueden llevar a crear una brecha aún mayor entre italianos e inmigrantes, cuando el sentido de la educación debe ser lo contrario, el acercar e integrar culturas, siempre dentro de la peculiaridades propias de cada país. Esperemos que a la larga esto no llegue a provocar dos sociedades dentro de este país, dos Italias, separadas, en principio, por la desigualdad en las oportunidades en el acceso a la educación, prorrogándose de esta manera las diferencias sociales e incluso pudiendo aumentarse las mismas, con el consiguiente peligro social que esto conlleva a la larga.
Planteo una pequeña reflexión: ¿a los hijos e hijas de los embajadores, empresarios extranjeros, potentados, etc., también pasarán por estas pruebas o sólo los inmigrantes de “2º nivel”?
Desde luego, en lo que a mi respecta, decir que desde que entrara en el poder el Sr. Berlusconi ya no me sorprende nada de lo que ocurra en Italia. Desde su posicionamiento político, a mi entender cercano a la derecha más conservadora, lleva a cabo actuaciones e intervenciones en las que se mantienen ideas bastante trasnochadas y conservadoras en relación con algunos temas como el papel de la mujer, la inmigración, la educación, etc. Hay que recordar que este presidente fue el que decidió la expulsión de la población gitana de su país, sin ningún tipo de miramientos con los derechos humanos más básicos.
Me pregunto si la Unión Europea no debería entrar de oficio, al igual que hace en otros temas, a resolver esta cuestión o al menos a aconsejar al gobierno italiano, ya que se atenta contra el derecho a la no discriminación que tienen todas personas, derecho fundamental reconocido en todos los tratados y acuerdos sobre los derechos humanos y firmados por la práctica totalidad de los países occidentales.
En cuanto a la segunda cuestión, la del recorte de docentes, el problema no es que se quede sólo un maestro en cada unidad de primaria, sino que esos docentes se van al paro, no son utilizados en otras tareas dentro del sistema educativo. Actualmente se trabaja en equipos de 3 docentes para dos aulas, lo que permite el uso de agrupamientos flexibles y una atención mucho más específica a todo tipo de alumnado, por lo que, bajo mi opinión, las razones que se dan para ese recorte no son muy convincentes, ya que al final supone un descenso cuantitativo y cualitativo en cuanto a calidad en la educación.
Lo que podemos estar seguros (o casi seguros, porque en política ya se sabe) es que en este caso no debemos pensar en ese refrán tan español: “Cuando las barbas de tu vecino…”. Oremus.
En primer lugar se plantea la inclusión de un examen previo a la escolarización del alumnado inmigrante, de manera que aquel que no lo supere pasaría a un sistema paralelo donde recibiría la preparación necesaria para alcanzar las habilidades básicas necesarias para seguir las clases, de manera que no interfiera en el proceso educativo del alumnado italiano; ciertamente sorprendente. Además de estas dos medidas, que son quizás las más llamativas, hay otras muchas, ya acometidas o por acometer, y que traen de cabeza a la totalidad de la comunidad educativa italiana.
Por otro lado, se plantea un recorte en las plantillas de docentes, pasándose en primaria a un solo maestro o maestra, frente a los tres anteriores, con los consiguientes despidos. Tan sorprendente como lo anterior.
Ni que decir tiene que un gran número de sectores, tanto afectados directamente como aquellos que defienden una educación pública de calidad, han puesto el grito en el cielo y piden al gobierno de su país que de marcha atrás y se replantee ese modelo de sistema educativo.
En relación con el primero de los aspectos que comento, creo que todas estas medidas suponen un ataque frontal a la atención a la diversidad, la inclusión del alumnado, la calidad de la educación, etc., es decir, a todo aquello que debe guiar y enmarcar un sistema educativo. Estas leyes sólo pueden llevar a crear una brecha aún mayor entre italianos e inmigrantes, cuando el sentido de la educación debe ser lo contrario, el acercar e integrar culturas, siempre dentro de la peculiaridades propias de cada país. Esperemos que a la larga esto no llegue a provocar dos sociedades dentro de este país, dos Italias, separadas, en principio, por la desigualdad en las oportunidades en el acceso a la educación, prorrogándose de esta manera las diferencias sociales e incluso pudiendo aumentarse las mismas, con el consiguiente peligro social que esto conlleva a la larga.
Planteo una pequeña reflexión: ¿a los hijos e hijas de los embajadores, empresarios extranjeros, potentados, etc., también pasarán por estas pruebas o sólo los inmigrantes de “2º nivel”?
Desde luego, en lo que a mi respecta, decir que desde que entrara en el poder el Sr. Berlusconi ya no me sorprende nada de lo que ocurra en Italia. Desde su posicionamiento político, a mi entender cercano a la derecha más conservadora, lleva a cabo actuaciones e intervenciones en las que se mantienen ideas bastante trasnochadas y conservadoras en relación con algunos temas como el papel de la mujer, la inmigración, la educación, etc. Hay que recordar que este presidente fue el que decidió la expulsión de la población gitana de su país, sin ningún tipo de miramientos con los derechos humanos más básicos.
Me pregunto si la Unión Europea no debería entrar de oficio, al igual que hace en otros temas, a resolver esta cuestión o al menos a aconsejar al gobierno italiano, ya que se atenta contra el derecho a la no discriminación que tienen todas personas, derecho fundamental reconocido en todos los tratados y acuerdos sobre los derechos humanos y firmados por la práctica totalidad de los países occidentales.
En cuanto a la segunda cuestión, la del recorte de docentes, el problema no es que se quede sólo un maestro en cada unidad de primaria, sino que esos docentes se van al paro, no son utilizados en otras tareas dentro del sistema educativo. Actualmente se trabaja en equipos de 3 docentes para dos aulas, lo que permite el uso de agrupamientos flexibles y una atención mucho más específica a todo tipo de alumnado, por lo que, bajo mi opinión, las razones que se dan para ese recorte no son muy convincentes, ya que al final supone un descenso cuantitativo y cualitativo en cuanto a calidad en la educación.
Lo que podemos estar seguros (o casi seguros, porque en política ya se sabe) es que en este caso no debemos pensar en ese refrán tan español: “Cuando las barbas de tu vecino…”. Oremus.