Después de escribir sobre Massiel, aprovechando el fin de semana, periodo en que no estoy para pensamientos profundos, leo ayer lunes en el diario de Cádiz dos noticias:
- “El gasto por alumno en la pública en Andalucía es el más bajo de España. La comunidad destina 4.211 euros anuales al estudiante no universitario - Últimos datos del Ministerio, de 2005” (leer completo)
- “La Junta dice que Andalucía es la tercera en inversión de su PIB en educación. La consejera de Educación asegura que Andalucía es la tercera comunidad que más invierte de su PIB en Educación, dato que subraya tras conocer las malas cifras respecto al resto del país” (leer completo)
Aunque parezcan dos noticias distintas, no lo son; la primera es el estudio realizado y la segunda es la reacción de la Consejera Teresa Jiménez ante las cifras.
Como siempre, o casi siempre, nos encontramos con dos lecturas, dos interpretaciones de los mismos números, algo muy, a veces demasiado, común en la política.
La pena, al menos desde mi punto de vista, es que esos números afectan directamente a los niños y niñas de Andalucía, y eso es lo que deberíamos evitar, que el dinero sea un obstáculo para conseguir lo que pretendemos (y se pretende desde la legislación) en los centros docentes.
Creo que tendríamos que plantearnos la posible relación causa-efecto que tiene el gasto educativo en Andalucía con los resultados que se consiguen en la pruebas de evaluación de carácter nacional e internacional.
Cómo siempre, estas noticias dan mucho que pensar, y me he acordado de una presentación que el otro día me mando mi amiga Julia con unas viñetas, en ocasiones acertadas en relación la educación y que ahora creo que vienen a colación. Ustedes diréis.
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